14.11.06

Tratando de recordar besos memorables, esos besos que se esperan durante días, semanas, meses, años (!), pero que cuando llegan parecen besos de películas.
Mejor dicho, de final de película hollywoodense en la que la porrista se da cuenta de su amor por el nerd, o en la que el deportista se enamora de la chica intelectual y la cámara gira al rededor de ellxs y se va elevando y el último plano, cuando los títulos en letras blancas ya están por terminar, se ven las cabezas de ellxs alejándose y la luna (nunca una luna llena, claro). Tratando de recordar esos besos me di cuenta de que hay veces en las que un beso es mucho más importante que lo que pueda llegar a pasar después. Si te vas a un telo con esa persona, podría llegar a ser la mejor noche de tu vida, pero, lo cierto es que cuando unx todavía no se dio ese beso, cuando la otra persona es casi un misterio, cuando ni siquiera nos podemos imaginar cojiendo con esa persona, cuando la consumación del hecho parece secundaria, el beso es lo más importante, es casi suficiente.
El problema es qué pasa después del beso. ¿Qué decir cuando lo único que se quiere hacer es sonreir como un/a niñx de 8 años a quien le regalaron el juguete que quería para su cumpleaños pero que pensaba que su familia se iba a olvidar? ¿O cuando realmente unx no quiere dejar de besar a la otra persona? ¿O cuando unx siente tanto miedo de que para la otra persona no haya sido tan importante? ¿Será realmente necesario decir algo?
Creo que no, que la consumación del hecho es secundaria y que lo que se diga después del beso también.
Porque son esos besos que nunca se olvidan, que se los planificó tanto y que nunca salen como unx habría querido, porque hay una cámara que gira a nuestro al rededor, porque cortamos la 9 de julio por esos besos y la volveríamos a cortar a las seis de la tarde. Porque esos besos son todo. Porque prometen todo.

4.11.06

El mundo es nuestro

Esuchábamos Marisa Monte
comíamos sushi
fumábamos en pipas compradas en Japón

éramos los dueños del mundo

¿qué más importa,
cuando estás en un viaje lisérgico
viajando en subte yendo a Belgrano,
que la persona que tenés al lado?

Concientes como éramos
de lo mal que nos podíamos llegar a hacer
(del que te hice)
seguíamos sintiendo
que la historia nos podía atravesar
y que nunca íbamos a soltarnos la mano

el mundo era nuestro
y no nos importaba

hasta que tuvo que importarnos.