26.1.07

25.1.07

neverland

En esta noche, en este mundo
inmenso
hagamos nuestro Neverland.
Volemos
que no es tarde,
que somos niñas
[aún]
que miran el jardín
con flores naranjas y el pasto.
Naranja y verde.
Niña,
nademos, que la noche es larga
[aún]
Hagamos nuestro Neverland
que esta noche, en este mundo
inmenso
lo pide a gritos.

11.1.07

Anomia

El Norte me relaja. Ya no me tiembla el pie derecho cuando me despierto pensando en alguien. Ahora, en cambio, me duermo pensando en alguien. Que está lejos. Sin puente que cruce las froenteras.
Ya no tomo café. Aprendí a cebar mate. (Y espero que leas esto y se te dibuje una sonrisa y pienses "bonita, nunca vas a cebar como yo").
Ya no necesito a Alejandra todas las noches. Ya no le temo a los insectos. Ya no tengo más que horizontes qu e se acercan, pero que, sorprendentemente, no me asustan. Ya no creo ni en él ni en ella ni ella que no está ni en él que se fue ni en las cartas que lastiman. Ya no me privo de las canciones que me hacen pensar en lo que podría haber sido ni en qu é psará cuando vuelva a Buenos Aires y no sepa dónde estás.
Los viajes cambian a la gente. Es cierto. Los viajes son necesarios. La distancia, la desconexión, el extráñar(te) eran necesarias.
El Norte es maravilloso. No son los paisajes, es la distancia, es ver todo desde afuera, con la anomia y la coartada de quien está sin estar.
Espero volver y que todo haya cambiado, que ya no haya árboles , esos que Beneddeti tanto extrañaba. Espero volver sin temblar a la mañana. Espero volver e ir al MALBA con vos.
Porque los amores cobardes no llegan ni a historias ni a amores, se quedan ahí. Y no quiero que quede a hí, solo morirme contigo si te matas y matarme c ontigo si te mueres. Aunque nos separen 1600 kilómetros.
Sa grado el momento en el que me fui de Buenos Aires.