23.8.08

Gataflora

Gataflora:

dícese de una mujer que no sabe lo que quiere. Que puede inclinarse hacia a delante, abrir la boca, pestañear, bailar, darle la mano a alguien y en el momento en que la otra persona le va a dar un beso, correrse hacia atrás. Las gatafloras nunca llaman el domingo a quien conocieron el sábado, lo hacen el miércoles, pero cortan antes de que la otra persona atienda. Usan cierta ropa: mucho color, esocte, poco maquillaje. Una gataflora es discreta -aunque explote por dentro-. Sabe cuándo parar. Cuándo llamar. Cuándo irse de una cama. Trata de tener control sobre la situación y cuando lo logra sonríe. Suele engancharse con la gente equivocada.

Pero también una gataflora puede ser, entre otras lecturas:

una mujer que se divierte. Que se divierte cuándo no sabe del todo qué quiere, pero se aferra a algo que le gusta, que le hace bien. A alguien que la hace sonreír aunque no tenga el control. Pero que no deja por un segundo de problematizar todo, de cuestionarse a sí misma: ¿será esta persona hermosa que tengo a mí lado la mejor? ¿No será esa otra? ¿La mejor para qué, cuándo, cómo? ¿Para quién? Entonces, tanto cuestionarse, la gente empieza a pensar que una gataflora no sabe qué quiere.

Pero están equivocadxs, las gatafloras del mundo sabemos qué queremos: que nos abracen, compartir, cocinar para quienes queremos, sacar miles de fotos en el Barrio Chino, comprar coulottes de distintos colores para mirarnos al espejo durante horas, escuchar Aristimuño haciendo panes rellenos, tomar café en tazas de colores, leer lindas novelas. A las gatafloras nos gusta elegir y para elegir hay que probar y conocer y saber que en la variedad está el gusto. Que si nos conformamos con lo dado, nos aburrimos. Así que buscando la diversión, nos vamos moviendo, quizá en el mismo lugar, pero distitnas.

No se bebe dos veces de un mismo río y ahí está el quid de la cuestión: seguirnos el ritmo a las gatafloras no es tan fácil, pero seguro es divertido

Nada se queda

todo revoluciona