9.5.08

medias tintas

y cómo explicarte que se cuán caprichosa soy
que se que he llegado a límites insospechados
que se que nuestros ratos libres a veces no coinciden
que se que esto es hermoso, que verte cerrar los ojos con una sonrisa, buscando tu boca en la oscuridad es hermoso, que tus medias, la remera amarilla
que se no lo cambiaría por nada en el mundo
aunque a veces pareciera que sin embargo, un rato cada día, ya vez, te cambiaría por cualquiera
no es así y lo se y lo sabés
aunque las lágrimas siempre rodando por la mejilla
levantarme de esa forma tan particular para sonarme la nariz
y darme vuelta hecha un bollo
se todo eso
y se cuánto más fácil podría ser si
y lo se y lo siento
y lo quiero
porque quererte así es como quererte a medias
y es mentira que te quiera a medias
te quiero a toda vos
como te dije hace mucho tiempo.
I'll make it up for you
aunque tenga que aprender a bailar chacarera y tomar vino
porque hoy es siempre todavía
si es con vos,
con toda vos















y decirte, también, que ahora se que ya no puedo vivir sin tu amor

6.5.08

De paredes, clósets y otras propiedades

Primero que nada, esto no es una crónica sobre el encuentro. Sino, una reflexión sobre las herramientas de lucha y comunicación que “elegimos” quienes formamos parte de Baruyera en particular y del campo popular en general.

Este mes se cumplen cuarenta años del Mayo Francés: un levantamiento masivo de jóvenes, trabajadorxs, estudiantes, docentes. Una de las consignas más famosas es: seamos realistas, pidamos lo imposible. También había otras como la imaginación al poder, la revolución esencial; no le pongas parches, la estructura está podrida y, mi preferida: “No vamos a reivindicar nada, no vamos a pedir nada. Tomaremos, ocuparemos”. Hay muchas más, muchísimas.
A lo largo de todo el mes, Buenos Aires va a estar repleta de ciclos de cine, de muestras de fotos, de debates sobre este mayo del ’68 que no fue, sino, una gran huelga y un gran grito de hartazgo y ganas de transformar el mundo. Miles de personas van a asistir y admirar como obras de arte, lo que hace cuarenta años causaba repulsión: pintadas en las paredes de las fábricas, de las universidades, de las plazas.
Frases con contenido sexual (una gran pintada decía: cuanto más hago el amor, más quiero hacer la revolución). Frases emancipatorias. Frases combativas. Frases en contra de la propiedad privada, plasmadas sobre esa misma propiedad.
Esta admiración por el mayo francés que se va a traducir en la concurrencia a los distintos eventos culturales pasa por alto que quienes se levantaron hace cuarenta años contra la patronal, contra la burocracia sindical, contra la estructura academicista, que hoy llevamos en nuestras hermosas remeras (como la cara del Ché, claro), también dañaron la propiedad privada y privada-estatal. Ni hablar de que hayan levantado barricadas. O roto autos, vidrios puertas. O, incluso, se hayan atrevido a dejar de producir.
¿Por qué es legítimo que en 1968 se haya “destruido” la Sorbonne y no es legítimo que se pinte la Universidad Nacional de Rosario? ¿Acaso es más legítimo si lo que se cuestiona está lejos en el espacio y en el tiempo?
El problema con las pintadas hechas en Buenos Aires, Córodoba, La Plata, Neuquén, Rosario, ¿es el daño a la propiedad privada o el mensaje?
¿Es difamar a Evita –nombre que había sido previamente pintado por lxs compañerxs del Movimiento Evita en la mismísima pared que Potencia Tortillera después escribió- o que nos identifiquen como lesbianas?
¿Es dañar un monumento histórico o subvertir la figura de un “héroe patrio” y con eso la memoria colectiva? ¿Qué sabemos que hacían San Martín, Rosas, Belgrano con su vida privada? ¿Y si se travestían? ¿Y si les gustaba el sexo anal? ¿Eso los haría menos heroicos?
¿O será, acaso, que el problema es que un encuentro que debía funcionar a puertas cerradas, de golpe, se hizo público?
En este pequeño, pero no por eso menos emotivo momento, quiero pedir que, en nombre del colectivo editorial Baruyera, nos hablemos con la verdad.
Son dos discusiones distintas: la legitimidad y/o legalidad de los medios de lucha y expresión y la legitimidad de los contenidos de esa lucha.
Nosotras no elegimos no acceder a los medios masivos de comunicación. Nosotras no elegimos recordar más a San Martín que a Mariquita Sánchez de Thompson. Nosotras no elegimos que la universidad no fuera espacio de transformación y producción de otro mundo, sino institución formadora de hegemonía. Nosotras no elegimos esa bandera erecta en el Monumento. Nosotras no elegimos el clóset.
Nosotras rompimos ese clóset, pero no solo porque nos damos besos en la calle. Sino, porque a pulmón llegamos a Rosario con nuestras revistas, banderas, remeras y visiones del mundo. Y después de todo ese esfuerzo, no nos íbamos a meter entre cuatro paredes para hablar entre nosotras.
Porque levantamos la bandera de la emancipación. La misma que levantaron en Francia en 1968. Aunque eso nos lleve a ser incivilizadas, delincuentes, irrespetuosas, marginales.
Para terminar, solo una cosa más: Olvídense de todo lo que han aprendido. Comiencen a soñar
(Mayo de 1968, París, no importa quién la escribió ni dónde, porque la historia la hacemos todxs, todos los días y en todas partes)










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