29.10.10

Podrán cortas los árboles

Empiezo por aclarar que no me considero peronista. Ni kirchnerista. Ni si quiera lxs voté, de hecho hice campaña en su contra en 2003 y 2007. En 2009 ya no porque, bueno, en Ciudad no tenían ninguna chance de nada. Pero, y esto también es necesario que lo aclare, milito desde los 12 años, vengo de una familia politizada que me llevó a cuanta marcha y movilización hubo en los 90 y después me incentivaron a que vaya a todas las que hubo desde 2001.
Pasé por el asamblearismo, por el trosquismo, por el guevarismo, por el feminismo, y así hasta que un día me vi emocionándome con la marcha peronista. Que en mi casa nunca se cantó. Pero yo me emocioné, viendo la cara de amigxs y compañerxs de todas las cuadras de marchas y horas de fiestas. Con los meses, empecé a descubrir esas cosas que tiene la mística nacional y popular que te van calando los huesos pequeño burgueses que estaban acostumbrados a los discursos de la militancia universtiaria cargados de citas incomprensibles e intransmisibles. Esa sensación de que el pueblo de carnaval no puede estar en Plaza Houssay porque el pueblo conoce la Plaza de Mayo y la de los Dos Congresos, pero Recoleta no es un barrio al que el pueblo vaya.
Ayer cuando se estaba velando a Néstor Kirchner en la Casa Rosada yo salía de la Legislatura después de haber celebrado el cumpleaños de una compañera con un vino que muy pocas veces alguien lo va a haber tomado y unos muffins hechos en moldecitos de cilicona, en nuestra casa preciosa en Parque Chas. Y nos encontramos con una plaza repleta. Miles y miles de personas que caminaban, tomaban mates sentadas en el piso, hacían fila para entrar al velatorio, cantaban la marcha peronista, le exigían al vicepresidente que renuncie a su cargo.
Pero éramos todxs distintxs. No era la uniformidad estética de las marchas universitarias donde la mitad tiene esta o aquella marca de mochila, este o aquel modelo de morral, estas o aquellas zapatillas. Ayer en la plaza, había grupos como el mío dos putos y dos tortas buscando a una trava que no paraba de llorar desde el día anterior; chicxs de La Cámpora que hablaban del viaje en tren desde Berazategui. Lxs pibes de la JP Descamisados cantando que no iban ni por el chori ni por el plan, sino por un modelo nacional y popular. Los Putos Peronistas que se emocionaban con un verso de la marcha que es hermoso que dice "para que reinen en el pueblo el amor y la igualdad". Mi amiga que labura en el inadi que se fue a probar vestidos de novia a Palermo y después volvió. Otra amiga con unos zapatos rojos con taco de mimbre discutiendo con un chico de traje sobre si Moyano, Rossi, Zanini, Máximo mismo, sentadxs en el umbral de un bar tomando cerveza. Chicas con anteojos de pasta sacándole fotos a unos nenes que jugaban al fútbol con una botella vacía de Tai. Una compañera mía, toda abogada y directora de comisión cais con las patas en la fuente.
En las rejas, cientos de afiches, cartulinas, remeras deséandole a Néstor un buen descanso, mandándole fuerza a Cristina. Flores de verdad, de plástico, de papel. Cientos de pingüinos hechos en origami pegados en el piso. Medallas religiosas. Las viejas rezando, lxs pibxs persignándose en la puerta de la Catedral. 25 cuadras de fila para entrar al velatorio.
Nosotrxs entramos por el costado mostrando las credenciales de puestos importantes de algún ministerio del Estado de la Nación, con la mirada cómplice de los canas que nos habilitaban la entrada sin hacer fila. Hacemos el recorrido, de noche ya, por el vallado. Entramos al camino que hacía todo el mundo cuando faltaban solo unos metros para la puerta principal. A delante nuestro una chica con un traje de murga acompañada de un chico con una remera de alguna de las decenas de agrupaciones de la JP que surgieron desde la Contracumbre de Mar del Plata a esta parte, llorando desconsoladxs, sabiendo que posiblemente nunca más volvieran a entrar a la Casa Rosada. A los costados cientos de coronas de todo el mundo, de todos los municipios, sindicatos y todas las dependencias estatales. Era como un río de flores y plástico y letras doradas horribles sobre cintas blancas. Yo pensaba en mi vieja, en mi novia, en mi abuelo, en todxs nosotrxs que ahora nos podemos casar, en mis amigxs que empezaron a militar porque querían escuchar otras voces, en el barrio donde mi novia hace apoyo escolar que ahora tienen casas y calles y cañerías, en lxs bloguerxs que antes capaz habrían escrito sobre música y las tetas de las chicas de la noche del sábado y ahora hasta se juntan y reciben al Jefe de Gabinete en una peña, en el intento de golpe de estado en Ecuador y en la velocidad increíble en la que se armó la reunión en esta ciudad y vinieron todos los presidentes y nuestra presidenta cual Liga de la Justicia.
Es cierto, también pensaba en Julio López y Luciano Arruga, y Brukman, y Fuentealba y Andalgalá, y las travas que siguen muriéndose a los 35 años. No dejo un día de pensar en todo eso.
Pero como decía un flaco que no conozco pero por esta cosa de la vida 2.0 considero un compañero, antes de ayer se móría Néstor Kirchner mientras nacía un bebé en un hospital público, cuyxs m/padres van a cobrar la asignación universal por hijx en un mes y en mis abuelxs que se jubilaron sin haber hecho aportes en toda su vida, en la canitdad enorme de pibxs que ahora tienen una computadora que les va a abrir puertas a otras mundos que capaz no conocerían, en mis tíos que ahora no se van a un bar horrible a ver el partido de Boca porque lo pasan por la tele. En las Madres que siguen haciendo sus rondas todos los jueves y ahora hasta recuperaron espacios para la memoria, a demás de lxs 102 nietxs que las Abuelas devolvieron a la vida.
Y se me cruza el código contravencional que propone Scioli y el paco y lxs narcos, y el asesinato de Mariano Ferreyra.
Pero también pienso en que ahora por miles de motivos, pero seguro algo tiene que haber pasado en los últimos 7 años, algo tiene que haber hecho este gobierno, miles de personas de mi edad o más chicas se juntan, se organizan, se movilizan en contra del código, en contra de la burocracia sindical, se tejen nuevas redes, se habla, se discute, se celebra, se exije, se cuestiona, se pone en movimiento.
Mientras, ya estábamos frente al cajón. Me crucé con una compañera, del lado de a dentro, llorando con su panza enorme. Cristina espléndida y triste como una siempre pensó que iba a estar cuando se muriera su compañero de toda la vida, saludándonos haciendo la v con la mano izquierda. No vi nada más. Ya estábamos saliendo, la gente aplaudía, le gritaba fuerza a Cristina. Y yo me contenía los ojos que se me iban a salir de las lágrimas.
Nada es perfecto, este no es el tecnicolor de los días hermosos como decía Discépolo. Creo que faltan miles y miles de cosas por hacer, por cambiar, por crear.
Pero ayer había más jóvenes emocionadxs por algo de lo que yo había visto en toda mi vida. Más que en un recital del Indio. Más que en un partido de futbol de la A. Más que en Encuentro Nacional de Mujeres. Éramos miles. Algunxs nos conocíamos y muchxs no. Pero estábamos juntxs, llorando, moqueando, discutiendo, compartiendo anécdotas, pensando qué va a pasar de ahora en más, quién nos va a hablar a lxs jóvenes, a lxs viejxs, a lxs migrantes, a las travas, los putos y las tortas, a lxs villerxs. Está claro, este asunto está desde ahora y para siempre en nuestras manos.
Ya va a haber tiempo para juntarnos y pensar y pelearnos y tomar vino y brindar para que reinen en el pueblo, de una vez por todas, el amor y la igualdad.