18.6.07

Imperialismo: fase superior del capitalismo

Ella leía. Leía no ficción, sin parar. No había un día en el que un concepto abstracto no se colara en sus pensamientos. Un nuevo concepto cada día. Para comprender la realidad, decía. Una realidad que, de a poco, libro a libro, había dejado de vivir. Ya no era el amor, era la idea del amor. Ni el activismo era otra cosa que la idea del activismo. Las relaciones sociales en su conjunto eran tésis sobre las relaciones sociales en su conjunto. La vida era la idea de.
Ella se había convertido en la idea de sí misma.
Nada era el reflejo de una base material, sino el reflejo del reflejo. Ya no había materialidad, sólo reflejo. Y con la materialidad se había ido la frontera. Todo era un gran puente hacia Catalunia, hacia París, hacia Björk, hacia Alejandra. Puentes que se entretejían y destejían en segundos. En lo que Ella tardara en cerrar el libro.
Un día, Ella cerró el libro a la mitad. El concepto murió a la mitad. La idea murió. Y con ella murió el puente. Y con el puente murió la idea de. Y con ella murió la no materialidad. Y con ella nació la materialidad. Otra materialidad. Otra base. Ya no había relfejos, sino, bases. Cientos de bases por ser reflejadas en nuevas ideas, en nuevos puentes. En nuevas vidas. En nuevas Ella.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hablando de libros a la mitad, la gracia del que estoy leyendo empezaba justo ahi, por suerte me avive a tiempo.