13.10.07

La fiesta de la democracia


Sobre esta imagen se pueden decir varias cosas. La primera es (una vez más) remitirnos al maravilloso primer párrafo del 18 Brumario de Marx: la historia se repite, una vez como tragedia y otra como farsa. Perón debe estar revolcándose en su tumba, pensando que un manco de mierda se va a quedar con el gobierno de la provincia más rica del país. Un manco de mierda que, claramente, es un traidor a la patria: su esposa hace ropa interior y cremas para la cara y perfumes detestables y él tomaba pizza con champagne cada vez que ganaba una competencia de lancha. ¡Lancha! ¿Por qué no jugaba al pato, el deporte nacional (remarquemos el adjetivo nacional)?. A ver, Scioli, qué decir de Scioli. No es ni Darth Vader ni Perón ni Smith ni ninguno de los mancos representativos (che, son todos personajes, en el imaginario popular, que han representado el mail, qué casualitée). Tampoco es un tipo con trayectoria política tradicional, digo, competir en lancha no es lo mismo que ir a una marcha aunque haya mucha gente gritando y una persona pueda perder la vida (o, bueno, la mano). Su esposa no es una primera dama peronista: ni se viste bien (bien según Chanel, Gaultier, Cacharel, se entiende) ni es fina (no, claramente, no), pero tampoco es una chica de campo o de pueblo. No, más allá de que la traduccion literal sea campo, un country NO es un campo, gente.

Otra cosa que se puede decir: la democracia argentina es, cada día más, más parecida a una orgía romana que a una fiesta griega. Bah, orgía romana, carnaval de la Edad Media, sacrificio en honor de un dios mítico, cumpleaños de 3. Lo que ustedes quieran, pero no es una fiesta democrática. El pueblo no elije.
A ver, es cierto, el pueblo que elegía en Atenas debía ser el 10& de la población total de la ciudad. Y afuera quedaban las mujeres, los menores de 18 años, los extranjeros, los esclavos, etc. Y los ancianos y aristócratas tenían más peso en la decision.
Iba a hacer una comparación que beneficiara al pueblo que originó la democracia, pero acá, hoy, más de 2000 años después pasa lo mismo. Aunque nominalmente cada persona mayor de 18 años que sea ciudadana y residente en el territorio argentino pueda votar. ¿Puede votar? ¿Votar no es elegir representantes? ¿No es elegir? ¿Las elecciones no deberían ser concientes? Si una persona ciudadana en condiciones de votar no está en condiciones de comer (porque no tiene trabajo, porque el tomate está carísimo, por lo que sea) y viene una persona y le da una caja de comida y una boleta que dice "Frente para la Victoria". Esa persona, ¿va a votar como una persona de Recoleta, con ingresos mensuales superiores a la canasta básica familiar y estudios universitarios?
Me parece que no.
Para que sea coersión no es necesario que haya una tanqueta atravesando avenida Rivadavia en contramano. Basta con una caja de comida, una linda remerita amarilla o una bandera argentina o una suba en los precios o una baja en los precios o un recorte presupuestario o una movida mediática en contra de un personaje público.
Para que sea coersión basta con la mentira, con la demagogia, con la adaptación del discurso político-público a cualquier circunstancia que pueda ser negativa para con el proyecto de quien ejerce el discurso (remember Cromañón).
Para que sea democracia no basta con que un domingo cada tanto la ciudadanía depoite su voto en una urna (que posiblemente se lleve un policía uniformado -porque ahora la violencia se ejerce, también, de día y legalmente-), espere los resultados y se tranquilice hasta dentro del otro domingo y así suscesivamente.
Para que sea democracia es necesaria la transparencia, la elección conciente de la ciudadanía, la ciudadanía en sí misma con todo lo que implica (derechos, obligaciones), comer todos los días, poder elegir qué comer, ir a la escuela, tener el tiempo necesario para pensar en quién votar (bah, para pensar en si votar o no, en realidad) y por qué y para qué.
Para que sea democracia el poder tiene que ser del pueblo y para el pueblo. Y el pueblo somos todas las personas que habitamos (según la Constitución Nacional escrita en 1853 y reformada, por última vez, en 1994 en Asambla Nacional Constituyente) el suelo argentino. Todas esas personas por igual.
Pero se ve que Orwell tenía razón: todos los animales somos iguales, pero hay animales más iguales que otros (Rebelión en la granja).

En estas elecciones, las opciones son: el manco, el facho, la delirante, la demagoga, los que se presnentan para conservar la personería, los muertos vivos.
Vos, ¿a quién vas a votar en esta nueva fiesta de la democracia?

2 comentarios:

Juan Cinza dijo...

Tranquila Charo, hay alguien que puede restablecer la democracia popular que nos robaron sistematicamente desde el 55.
Se llama Pino Solanas!
http://www.youtube.com/watch?v=1yb1h9idjm4

Igual, sé que para vos
(mi querida y rosa troskista) el candidato seria este.
http://www.youtube.com/watch?v=6G_44ouwSmM

Muy buen post che !

entre el fantasma del comunismo y la mano invisible solo una bandera se mantiene en pie: la bandera justicialista

(?)

Saludos anarcoperonistas

Anónimo dijo...

"Para que sea coersión no es necesario que haya una tanqueta atravesando avenida Rivadavia en contramano".

Definitivamente no. Ningún régimen (por lo menos, ninguno que aspire a durar) puede sostenerse sólamente sobre la violencia. Y aunque esta penda como una amenaza tácita sobre la sociedad, no es el elemento central de la dominación. Lo que más peso tiene es lo que algunos llaman "consenso" (algo que suena muy poco marxista, aunque lo diga Godelier) y otros, más acertadamente, "hegemonía" (me refiero a aquel tano tan encomiable). Otros, aún, hablan de dominación simbólica. La imposición de categorías de percepción comunes, de juicios de valor, creencias, representaciones que se interiorizan casi como elementos del sentido común. Así es que no hace falta mandar una tanqueta a contramano (por lo menos no la mayor parte del tiempo) para que la gente vaya y vote a CFK o a la Carrió.

El problema es que si te dicen "sos absolutamente libre de elegir, pero sólo entre A, B y C", esa libertad no vale un cobre.